miércoles, 3 de noviembre de 2010

Nuevos datos para las causas de Luis Rodolfo y David Guillermo D`amico


En el Auditorio Hugo del Carril de San Martín, donde se desarrolla el juicio a los represores Patti, Bignone, Riveros y Menehini, comenzaron ayer las declaratorias correspondientes a los casos de Luis Rodolfo y David Guillermo D´amico, detenidos desaparecidos militantes de la Juventud Peronista.
Durante la audiencia declararon Maria Isabel D`amico y Aurora Altamirano de D`amico, hermana y esposa de uno de los hermanos respectivamente, y dos vecinas que estuvieron presentes el 10 de agosto de 1976, día en el cual se perpetró el secuestro de los D’amico, en su domicilio.
Por último declaró un ex policía, quien no aportó nada nuevo a la causa, y que realizó los trámites administrativos correspondientes a la denuncia hecha por la familia D`amico al momento de la desaparición de los hermanos.
Maria Isabel D`amico, en un relato contundente y esclarecedor, reconstruyó los hechos:
El 10 de agosto de 1976, entre 5 y 8 hombres, de civil, en varios coches particulares, con armas largas, irrumpieron al mediodía en su casa familiar, algunos por la parte delantera de la casa y otros por la medianera con salida al exterior, mientras su padre, su madre, los dos hermanos, una tía y una anciana de la cual se hacían cargo, almorzaban. Maria Isabel ya no vivía allí, y para ese entonces trabajaba en la fabrica FATE, de San Fernando, donde se encontraba al momento de este episodio.
Revolvieron y destrozaron la casa mientras hacían constantes preguntas a sus hermanos. Luego se los llevaron afuera, donde su madre acumulaba agua de lluvia en tachos grandes de metal, que estos hombres utilizaron como herramienta de tortura. “Con la saña con la que trataban a mis hermanos, les metían la cabeza en esos baldes una y otra vez, una y otra vez”.
Mientras en el patio sucedía esto, en un rincón del interior de la casa, se encontraba Patti, quien estuvo ahí durante todo el operativo. “Mi madre le preguntaba cosas y el no respondía nada”.
Sólo al final y por la insistencia de los padres, uno de los hombres que estaban vestidos de civil les dijo “lo llevamos a Campo de Mayo”.
Luego metieron a uno de los hermanos en el baúl de un auto y al otro en la parte trasera. Allí mismo, en la parte trasera del auto, se encontraría Souto, otro detenido desaparecido que investiga la causa.
Con respecto a Patti, agregó que era conocido en el barrio por su perfil violento y por “el ensañamiento con la juventud, a mi hermanito un día en la estación le dijo que si no se cortaba el pelo se lo iba a cortar él en la comisaría”.
La familia D`amico, después del secuestro, comenzó una larga y exhaustiva búsqueda presentando amparos y denuncias (que en un principio no querían ser tomadas) en varios organismos, y de ninguno obtuvieron respuesta alguna. “Empezamos una odisea con mi familia por todas las organizaciones y lugares, donde recibimos mal trato y demás aberraciones”.
Por su parte, Aurora Altamirano, esposa de Luis Rodolfo, declaró que ese día volvía de trabajar a eso de las 14 y 30 hs, y a dos cuadras del domicilio de la familia D`amico, donde vivía con su esposo, la interceptó un hombre de estatura mediana y de rulos, quien la condujo a la casa.
Los relatos de Aurora coincidieron exactamente con los de María; describió el secuestro, las torturas, las denuncias. Para ese entonces, ella se encontraba embarazada de dos meses. La criatura resultó ser una niña, y al momento de su nacimiento no le permitieron ponerle el apellido de su padre, quien aún sigue desaparecido.
La reconstrucción de lo sucedido se completó con los testimonios de dos vecinas que pudieron ver parte de lo sucedido.
Clara Inés Serrano, de 64 años de edad, compañera de los hermanos, hacía militancia social con Luis Rodolfo y David Guillermo D’amico. “Trabajábamos en el barrio, buscábamos comida, calzado, arreglábamos calles, éramos muy pocos pero trabajábamos juntos”.
El 10 de agosto, se escondieron, ella, su hermano y su primo, en un basural cerca de la casa para poder ver lo que sucedía. Relató que pudieron ver cómo “les envolvían con capuchas negras las cabezas, y los metían adentro de los autos grandes en los que habían venido”.
Por su parte Mafalda Gómez, también vecina, siguiendo en esta misma línea de relato, agregó que a todos los vecinos los obligaron a entrar a sus respectivas casas. “Nos hicieron entrar para que no viéramos nada, después nos dijeron los padres que se los habían llevado”.

Finalmente en la audiencia de ayer, en el Auditorio Hugo del Carril, cuando ya todos los testigos habían declarado, el Sr. Menehini pidió la palabra, y negó varias de las afirmaciones hechas por ex policías. Por ejemplo, negó haber estado presente cuando se encontraron los cuatro cuerpos quemados, y como si esto fuera poco, dijo haber sido “víctima de usurpación de autoridad y privación de su libertad” por parte del General Stigliano.
Sin embargo, debería haber escuchado mejor a Maria Isabel D’amico, cuando expresó: “¿Qué vengo a buscar? ¿Sabe qué quiero? Que me digan dónde están mis hermanos. Para poder vivir en paz y cerrar esto”.


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