miércoles, 24 de noviembre de 2010

Las cuentas pendientes del asesino



La muerte de Emilio Massera dejó la pregunta de cuántos juicios, cuántos cargos y cuántas condenas debió haber recibido. El indulto, la declaración de insania, las infinitas trabas que impidieron lo que debió suceder.

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Emilio Eduardo Massera murió esta semana, a los 85 años, luego de haber escuchado una sola condena judicial en su vida, a prisión perpetua, dictada por la Cámara Federal porteña en 1985. ¿Pero por cuántos crímenes, secuestros, torturas y robos debió haber rendido cuentas el ex almirante en un país con instituciones en funcionamiento ininterrumpido, sin leyes de impunidad e indultos presidenciales? ¿Cuántos juicios debió haber afrontado de no haber sido por la declaración de insania el ex comandante en jefe de la Armada que, según él mismo admitía, ya en 1975 combatía a “la subversión”, aunque “en forma más silenciosa” que el Ejército?
Indultado por el ex presidente Carlos Menem en 1990, Massera volvió a quedar detenido, con arresto domiciliario, en noviembre de 1998. La jueza federal María Servini de Cubrini lo procesó por la apropiación de Javier Penino Viñas, nacido en la ESMA y criado por el capitán Jorge Vildoza. La causa nunca llegó a juicio porque Vildoza & Sra. están prófugos desde hace un cuarto de siglo. Massera se internó en el Hospital Naval en diciembre de 2002, tras un derrame cerebral. La suspensión de las causas en su contra, cuando el Cuerpo Médico Forense confirmó que su deterioro mental era irreversible, se concretó en los primeros meses de 2005. Por entonces estaba imputado en otras dos causas: la primera, el plan sistemático de robo de hijos de desaparecidos, que está a punto de llegar a juicio oral desde hace más de un lustro y que comenzaría, con el puñado de imputados sobrevivientes, en marzo de 2011; la segunda, a cargo del juez Sergio Torres, era un expediente abierto a partir de un pedido de extradición de un tribunal de Nuremberg por los asesinatos de dos ciudadanos alemanes durante la dictadura. Igual que en el caso del plan sistemático, otro juicio que –de concretarse– también debió tenerlo en el banquillo es el que investiga la coordinación represiva entre las dictaduras del Cono Sur. La causa Plan Cóndor de la Argentina (existen también en otros países sudamericanos e incluso en Italia) se elevó a juicio en noviembre de 2007 y está a cargo del Tribunal Oral Federal 1, pero aún no tiene fecha de inicio confirmada. Es decir que de haber gozado de buena salud, igual que Videla, también habría muerto con una sola condena.
El proceso en Alemania, igual que los de España y Suiza, se cerró ante respuestas del Estado argentino, bien sobre el fin de la impunidad, bien sobre la insania del ex jefe de la ESMA. Distinto fue el caso de Italia. Luego de examinar a Massera en diciembre de 2008, el perito forense Piero Rocchini dictaminó que los síntomas que presentaba eran ficticios y que estaba en condiciones de afrontar un juicio. Como la Argentina no podía extraditarlo, porque lo había declarado insano, Italia comenzó a juzgarlo en ausencia, en septiembre del año pasado, por la desaparición de Angela Aietta de Gullo, Giovanni Pegoraro y su hija Susana. Su muerte cierra el juicio e impide la condena.
Como máximo jefe de la Armada durante los treinta meses posteriores al golpe de Estado, Massera debió haber sido desde fines del año pasado el imputado de mayor jerarquía en el primer juicio a los represores de la ESMA. Igual que el general Luciano Menéndez, que como autor mediato de todos los crímenes del Tercer Cuerpo va en busca de su quinta condena a perpetua y tiene para varios años más de procesos orales, el ex almirante debió sentarse en el banquillo junto con Acosta, Pernías & Donda por los crímenes de Rodolfo Walsh, las monjas francesas y otras 83 víctimas de delitos de lesa humanidad incluidas en el primer proceso, pero también en todos los juicios futuros (hay otro medio centenar de procesados) por personas que pasaron por la ESMA, cuyos casos no están incluidos en el proceso actual. Entre los delitos de la muchachada de a bordo también debe incluirse la asociación ilícita montada para apropiarse de los bienes de los detenidos, como las tierras en Chacras de Coria, Mendoza, por las que no se sentará en el banquillo de los acusados el ex almirante pero sí uno de sus hijos.
Como comandante en jefe de la Armada hasta septiembre de 1978, cuando pasó a retiro, Ma-ssera también debió rendir cuentas sobre los crímenes cometidos por los oficiales, suboficiales, prefectos y civiles de inteligencia que actuaron en todas las unidades navales donde se cometieron crímenes de lesa humanidad durante los dos años y medios posteriores al golpe de Estado. En ninguna de esas causas llegó a estar ni siquiera imputado, en algunos casos no por su insania sino por los tiempos del Poder Judicial. En Mar del Plata sólo fue condenado un marino, el torturador y violador más burdo, y recién este año llegaron a juicio tres oficiales superiores. Los torturadores y asesinos de la base naval de Puerto Belgrano, en Punta Alta, están en el peor de los casos procesados pero libres. El juicio en Bahía Blanca se vislumbra aún lejano, aún no tiene fecha el del Quinto Cuerpo de Ejército. Mejor aún es el panorama para quienes salían a secuestrar desde el Batallón de Infantería de Marina 3 (BIM3) o de la Escuela Naval de Río Santiago, donde sólo está procesado el capitán Juan Carlos Herzberg, ex jefe de la Fuerza de Tareas 5. Massera también debió rendir cuentas por los centros clandestinos que funcionaron en el Arsenal Naval de Zárate y en el barco patrullero ARA Murature, causas a cargo del juez federal de San Martín Juan Manuel Yalj.



FUENTE: PÀGINA 12

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